Una estrella de bandera by Emma Maldonado

Una estrella de bandera by Emma Maldonado

autor:Emma Maldonado [Maldonado, Emma]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-19T00:00:00+00:00


Capítulo 23

Brisa

No sabía cómo me había animado, pero lo había hecho.

Ahí estaba, observando lo que parecía un chambado gitano al aire libre; como si los actores nos hubiéramos convertido en nómadas y hubiéramos acampado en cualquier lado por unas horas. Es más, esa idea se hizo más patente cuando vi a Rosalie junto a una mesita echando unas cartas que parecían del tarot a un chico joven.

—Madre mía… —me dije a mí misma abriendo los ojos.

Iba a girarme, pero ella fue más rápida que yo y enseguida me vio.

—¡Brisa! Te estaba esperando. —Se levantó de la silla y me alegró ver que al menos no llevaba ropajes de pitonisa, solo unos shorts y una camiseta blanca ajustada.

—Hola… —la saludé con cautela mientras me acercaba al meollo en cuestión.

Algunos actores secundarios se quedaron estupefactos al verme; otros ni siquiera repararon en mí.

—¡Hombre! La estrella —exclamó el chico al que acababa de leerle la suerte. No sabía que teníamos intérpretes tan jóvenes en el rodaje, este tenía como mucho dieciocho.

Analicé al personal allí reunido, no parecían ir borrachos. Bien, vale, me sentía más segura.

—Siento no recordar tu nombre —dije sin ánimo de ser borde, pero al final creo que es lo que pareció.

El chico se quedó congelado unos segundos, luego soltó una carcajada limpia.

—Guau, eres implacable. —No parecía haberle molestado mi comentario, más bien denotaba que le había hecho gracia más que otra cosa.

Para qué vamos a mentir, aquello también me tranquilizó y pude relajar los agarrotados músculos de mis brazos.

—Perdona… pero es que de verdad que no recuerdo tu nombre. Ni el de muchos, ya que estamos.

El chico me indicó que me sentara junto a él en la mesa que Rosalie presidía, pero no me dijo cómo se llamaba. Le hice caso y tomé asiento.

—Es normal, somos demasiados secundarios. Sin embargo, para nosotros es fácil: tú eres una de las protagonistas, es imposible no saber quién eres.

Le respondí que Mirco era el único protagonista. Mi papel, aunque me hubieran puesto a su nivel, tampoco tenía tanta relevancia como para considerarme a su altura. Pensaba que me iba a doler más decir aquello, pero había aceptado la realidad; ya no estaba en la cresta de la ola, no podía pedir más de lo que me habían dado, por mucho que Sebastian hubiera luchado por un buen acuerdo (y lo había conseguido, dadas mis circunstancias profesionales) y dentro de la película se mencionara mi nombre como si fuera una de las estrellas principales. Yo no me sentía así en absoluto.

El chico me estuvo hablando de sus estudios de arte dramático en varios países europeos, y así descubrí que en realidad tenía veintitrés y no dieciocho. Pasado un rato fue a saludar a otros actores afines a su edad.

—Yo sabía que ibas a venir —me dijo Rosalie en cuanto él se fue.

—¿Ah, sí? Si apenas lo he decidido cinco minutos antes de plantarme aquí.

Ella sonrió de lado y dio un toquecito a su baraja.

—Lo vi aquí.

—Oh. —No supe qué más decir ante eso. ¿Había



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